"(...) trató de imaginar cómo sería una novela en forma de tortuga laúd. El argumento tendría que salir arrugado, o quizá dispuesto en escamas, de una especie de caparazón gigantesco. Eso era, desde luego, en términos literarios, una novedad. La trama, pues, estaría dentro y constituiría la zona blanda de la novela, mientras que la forma estaría representada por la concha. En caso de que la novela falleciera (...), y el argumento desapareciera por la descomposición inherente a la carne, perduraría el esqueleto externo como testimonio formal de aquella obra maestra".
(Juan José Millás Los objetos nos llaman)
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